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El semáforo rojo: la normalidad de nuestra vida

Por: Liz González


Hoy me levanto con una magnífica noticia “la nueva normalidad regulada por un semáforo de prevención”, pero ¿Qué significa eso?... salgo de mi recámara y alcanzo a mi familia en el desayuno, todos desesperados por el encierro comienzan a discutir acerca de la buena nueva.


Mi padre comenta que ya podremos salir a pesar de que el dichoso semáforo esta en rojo, aunque no entendemos nada, nos alegramos por la gran noticia que en medio de todo, parece un milagro. Luego decido investigar con mis amigos para que me digan lo que saben del tema, y nadie sabe decir nada concreto sólo concluimos que es momento de salir; con entusiasmo de arreglo para ir a ver a mi mejor amiga, mi abuela me dice ¡Llévate tu cubrebocas!, sólo la ignoro y le respondo ¡Ya no es necesario, estamos en semáforo rojo!, y como buen conductor ese color lo vemos verde.


Mientras camino por la calle en busca de mi libertad, veo que la mayoría de las personas no utilizan cubrebocas, la verdad es que todos estamos seguros de que ya no es necesario y quizá nunca lo fue.


De repente me doy cuenta que hay un perrito sediento al cual le doy un poco de agua de la botella que llevaba, el pequeño animalito me mira y sin acercarse me lo agradece con su mirada, en ese momento pienso ¡El perro parece que entiende más lo que es “la sana distancia”! Me comienzo a reír y continuo.


Unas señoras dicen que la pandemia fue y es un plan del gobierno para terminar con la economía del país, lo peor es que yo les compro esa idea; por las calles todos ríen, juegan, bromean y hasta festejan el hecho de que estamos en semáforo rojo.


Al llegar con mi amiga, todo son risas, platicas y expresiones de alegría por verla después de mucho tiempo, le comento que ya todo está regresando a la normalidad y que no nos dejemos engañar con las mentiras del gobierno porque todo fue un invento (tal como lo dijeron las señoras), las dos hacemos bromas, reímos sin parar, nos tomamos una selfie con el título de “las sobrevivientes” y la subimos a nuestras redes sociales.


Después de un rato nos despedimos como si nada, y yo retorno hacia mi casa, decido escuchar la radio, para mi sorpresa uno de los locutores da la mala noticia de que aumentó el número de infectados y las muertes están a la orden del día, me saco de onda porque la realidad es que en mi familia todos estamos sanos y nadie cercano a muerto y menos por ese virus inventado.

Sigo como si nada, sólo observo como el ritmo de vida va en aumento, muchas parejas y se besan con mucho amor, otras más comen al aire libre y hasta beben de la misma botella. Pienso que algo no está del todo bien pero no quiero cuestionar, no quiero ser una traumada y mucho menos “la rara”.


Llego a casa, me doy cuenta que algo me incomoda, pero no sé qué es, sólo me recuesto en el sofá y digo lo que todos dicen “Cuando nos toca, nos toca”; pero no me interesa porque finalmente todo es inventado, ¡Ah y por cierto ya estamos en semáforo rojo!

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